El comercio triangular del oro se dispara por la amenaza de los aranceles de Trump

En la refinería de Argor-Heraeus, ubicada al sur de Suiza, los hornos rugen las 24 horas del día, y solo son interrumpidos por el ocasional golpeteo de algún lingote de oro que es vertido desde su molde.
De acuerdo con Robin Kolvenbach, codirector ejecutivo de la refinería, esta jamás había estado tan ocupada y el proceso de fundición trabaja a contrarreloj desde diciembre para hacer frente a la inmensa demanda de lingotes de oro de 1 kilogramo que hay en Nueva York.

«La demanda ha aumentado sustancialmente», afirma Kolvenbach. «Normalmente, los periodos de máxima demanda duran una o dos semanas. Pero un pico de demanda como el actual, que acumula más de tres meses, es bastante inusual».
Desde diciembre pasado, el temor a que Donald Trump imponga aranceles a las importaciones de oro ha trastornado el mercado y ha coadyuvado a que el oro alcance un máximo histórico de casi 3.000 dólares (2.650 francos suizos) por onza troy. Más de 61.000 millones de dólares en lingotes ingresaron a Estados Unidos cuando los operadores se apresuraron a evitar los posibles aranceles, hecho que distorsionó los datos comerciales del país y provocó escasez en Londres, que es actualmente el mayor centro de comercio de oro a nivel global.
La fiebre que hay por el oro estadounidense mantiene a Kolvenbach altamente ocupado, especialmente gracias a una peculiaridad de los mercados mundiales de lingotes: los dos mercados utilizan lingotes de distinto tamaño. En Londres, la mayoría de las transacciones son realizadas con lingotes de 400 onzas troy, cada uno de ellos pesa unos 12,5 kilogramos, teniendo el tamaño aproximado de un ladrillo.
En cambio, la bolsa Comex de Nueva York usa como referencia lingotes de 1 kilogramo, que tienen un tamaño parecido al de un teléfono inteligente. Esto significa que los lingotes que cruzan el Atlántico deben hacer primero una parada en Suiza, país en donde se encuentran las mayores refinerías de oro del mundo, para ser fundidos y remodelados.

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Los sombríos orígenes del oro refinado en Suiza
En un mundo en el que las transacciones financieras dan la vuelta al mundo en una fracción de segundo, el auge del comercio triangular destaca la dependencia que tiene el mercado del oro de las piezas de metal. En épocas normales, se negocian derechos de miles de millones de dólares en oro sin que salgan jamás lingotes de alguna cámara acorazada.
Sin embargo, las distorsiones creadas por las radicales políticas comerciales de Trump han generado tensión en el sistema. Aunque Trump jamás ha mencionado la intención de imponer aranceles sobre los lingotes, la ligera posibilidad de que esto sucediera bastó para que el precio de los futuros del oro en Estados Unidos subiera más que en Londres, creando una oportunidad de arbitraje para los operadores que estuvieran dispuestos a transportar el metal al otro lado del Atlántico.
La última vez que se abrió una brecha de precios tan significativa fue durante las primeras fases de la pandemia. Pero el actual acaparamiento de oro por parte de Nueva York ha superado incluso el histórico anterior, correspondiente a la era COVID. «La naturaleza física del oro es algo que ha sido subestimado, especialmente por un puñado de financieros que lo negocian desde sus Bloombergs todo el día», dijo John Reade, un estratega senior del Consejo Mundial del Oro. «El oro tiene características financieras, pero también es un activo físico».
Crisis de liquidez
El viaje de los lingotes de oro que llegan hasta Nueva York suele comenzar bajo tierra, desde alguna de las nueve cámaras acorazadas que hay debajo del Banco de Inglaterra (BoE), en el corazón de la City londinense.
Cuando es colocada una orden de retiro de lingotes de oro, un trabajador entrará en las cámaras acorazadas y «excavará» el oro solicitado, lo que frecuentemente puede implicar el desplazamiento de otros lingotes hasta localizar los lingotes específicos que figuran en la orden. Pero como Londres está construido sobre arcilla, los blandos cimientos del edificio del BoE hacen que el oro sólo pueda ser apilado hasta la altura de los hombros.
El proceso consume una gran cantidad de tiempo y ha provocado el mayor atasco que se haya visto en la cadena de suministro de lingotes de un kilogramo. Las personas que retiran el oro deben ser altamente cualificadas, deben recibir una formación cuidadosa y gozar de la fuerza necesaria para levantar lingotes de oro durante todo el día, por lo que no se puede ampliar rápidamente la plantilla con objeto de abastecer una demanda que es de corto plazo.
Los primeros indicios de esta oleada se presentaron a principios de diciembre, cuando varias personalidades del sector fueron convocadas a una cena organizada por la Asociación de Profesionales del Mercado Operador de Oro y Plata (LBMA en inglés) en la Galería Nacional y abordaron ahí el tema de la creciente demanda procedente de Estados Unidos.
Mientras los operadores se apresuraban a trasladar oro de Londres a Nueva York, la fila para retirar oro del Banco de Inglaterra rápidamente se volvió de más de cuatro semanas, provocando una crisis de liquidez en el mercado de los lingotes londinense.

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Cómo podrían afectar a Suiza las nuevas órdenes de Trump
Los tipos correspondientes al arrendamiento de corto plazo del oro se dispararon a niveles récord el mes pasado ante la dificultad de los operadores para hacerse con el metal físico, lo que incrementó los costes del capital circulante para empresas como las refinerías y las joyerías.
«Ha habido una fuerte demanda de posiciones de entrega», reconoció en febrero el subgobernador del BoE, Dave Ramsden, durante una rueda de prensa en la que admitió que él mismo fue impedido de entrar al edificio una mañana en la que había un camión en el área de carga de lingotes. «El oro es un activo físico, así que existen verdaderas limitaciones logísticas y de seguridad».
El Banco de Inglaterra guarda oro en lingotes perteneciente a docenas de bancos centrales y comerciales. Sólo el 6% del oro resguardado en sus grandes cámaras pertenece al Tesoro británico.
La posición preeminente de Londres en los mercados del oro físico -a pesar de las ineficiencias descritas por Ramsden y del papel de Nueva York como principal centro de negociación de futuros- es un reflejo, al menos parcialmente, de que el Banco de Inglaterra cobra comisiones más bajas que las cámaras acorazadas comerciales con las que rivaliza. Pero también evidencia la abrumadora confianza que existe en el mercado del oro: los inversores y los banqueros centrales están encantados de resguardar su oro en la Threadneedle Street gracias al historial que posee y que se remonta a varios siglos atrás.
«Londres tiene una ventaja histórica, sin duda, que se remonta al patrón oro, que funcionó muy bien desde el final de la guerra napoleónica hasta la primera guerra mundial», dijo Jim Steel, analista en Jefe de metales preciosos de HSBC. «Hay un amplio legado de operaciones con oro procedentes del Reino Unido y del Banco de Inglaterra».
El «evento del cisne negro»
Una vez que salen de las cámaras acorazadas del Banco de Inglaterra, los lingotes son cargados en camiones blindados que se dirigen al aeropuerto de Heathrow y desde ahí son transportados a Zúrich en la bodega interior de los aviones de pasajeros. Por razones de seguridad, los aviones de pasajeros sólo pueden transportar un máximo de cinco toneladas de oro en cada ocasión.
Desde Zúrich, el oro es conducido a una refinería, donde se funde y reconfigura antes de regresar a Estados Unidos en avión. El coste de todo el trayecto entre Londres y Nueva York -incluido el transporte y la refundición- es de entre 3 y 5 dólares por onza, según el Consejo Mundial del Oro.

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En busca de oro ético
En la refinería Argor-Heraeus, ubicada en la localidad suiza de Mendrisio, cerca de la frontera italiana, los grandes lingotes de oro se funden y se remodelan formando una larga tira dentro de una máquina de «fundición continua». Dado que los lingotes de 400 onzas ya son de «oro fino» -el 99,99% de pureza que se exige a los lingotes de oro de inversión-, no es necesario refinarlos aún más, sólo hay que darles una nueva forma.
Para ello, la tira de oro que sale de la máquina de fundición se corta en trozos de aproximadamente un kilo. Tras ajustar el peso, se funde de nuevo y se vierte en un molde de un kilogramo. A continuación, se enfría, se estampa y pule.
Paseando por la planta de fundición, Kolvenbach señala hacia dos trabajadores que vierten a mano barras de un kilogramo en hornos adyacentes -un proceso que opera las 24 horas del día en estos momentos, para satisfacer la elevada demanda.
Pero la refinería hace mucho más que fundir y remodelar. También recibe lingotes en bruto de las minas y los refina en oro, plata y otros metales, además de fabricar joyas y gestionar una fábrica de moneda que estampa lingotes de oro más pequeños. Kolvenbach explica que una de las partes más importantes del trabajo que se realiza en ese edificio tiene lugar en el laboratorio, en donde se examina meticulosamente cada lingote que llega a las instalaciones.
Aquí, dentro de la refinería, la crisis de liquidez del mercado del oro ha tenido un doloroso efecto, ya que ha impulsado al alza los tipos de interés del oro arrendado a corto plazo. Para reducir las necesidades de capital circulante y evitar la exposición a las fluctuaciones del precio del oro, las refinerías suelen arrendar la mayor parte del oro con el que trabajan mientras está en la fábrica. Así que el repentino incremento de las tasas de arrendamiento durante esta primavera incrementó de una forma drástica los costes de explotación de Argor-Heraeus y de otras refinerías.
Kolvenbach afirmó que se trata del «evento de cisne negro» que fundamentalmente cambió la base de costes existente. «Para todo el sector ha sido una molestia, porque al final todo el mundo se ve afectado», afirmó. Aunque los precios de los arrendamientos han bajado desde los niveles máximos alcanzados en febrero, siguen siendo tres veces superiores a los normales.
Los profesionales del sector ofrecen distintas explicaciones de por qué Nueva York y Londres siguen utilizando lingotes de oro de distinto tamaño para sus contratos.
«¿Tiene sentido? No», dijo Kolvenbach. «Yo mismo me hice la misma pregunta. Para ser sincero, nunca he encontrado una explicación adecuada».
Comex intentó lanzar un contrato de futuros para lingotes grandes de 400 onzas durante la pandemia, pero no prosperó.
Ruth Crowell, directora ejecutiva de la LBMA, aseguró que lo ideal sería que los mercados utilizaran el mismo tamaño de lingotes en el futuro. «Me gustaría pensar que, después de esto, todos estaremos de acuerdo en que Londres y Nueva York deberían revisar la forma y el tamaño de los lingotes», añadió.
Sin embargo, el sistema persiste en gran medida debido a una inercia, argumenta Reade.
«Ciertamente, crea oportunidades financieras para la totalidad de las personas que intervienen en este proceso, ya sean refinadoras, transportistas o gente dispuesta a asumir el riesgo de comprar lingotes de un kilogramo y enviarlos a Nueva York», afirmó.
Hoy, a medida que disminuye el temor a que se impongan aranceles sobre el oro, el flujo de oro hacia Nueva York se ralentiza. Si el impulso proteccionista de Trump se aleja de los metales preciosos, los operadores confían en que el flujo se invertirá, ya que los tenedores de oro a largo plazo ponen atención en los costes de almacenamiento más baratos de Londres.
Y cuando eso ocurra, los hornos de oro suizos volverán a trabajar contrarreloj.
Copyright The Financial Times Limited 2025
Texto adaptado del inglés por Andrea Ornelas / CW.

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